En el año 2.016 Jacob Rothschild declaraba que el mundo se había metido en un experimento de política monetaria único en la historia de consecuencias impredecibles.
Dos años después los inversores se han acostumbrado a convivir con la locura que han impuesto a la fuerza los Bancos Centrales haciendo parecer normal algo que no lo es y que tiene y va tener consecuencias muy importantes. La primera, que ya es una realidad, el empobrecimiento lento y silencioso de la población a través de una perdida constante del poder adquisitivo vía remuneración salarial y rendimientos del capital. Todo aquel que no tenga grandes conocimientos financieros e invierta de forma adecuada, estará viendo mermada su capacidad de compra año tras año.
Unos tipos de interés artificialmente bajos están provocando una contención salarial que apareja una pérdida adquisitiva a través de unos salarios que se quedan muy rezagados respecto al incremento de la inflación. A esto se suma la imposibilidad de obtener rendimientos de los ahorros con unos tipos de interés nulos.
No nos extraña que el rey de los Bonos, Bill Gross, tenga su cabeza en juego después de llevar tres años corto en Bund tras de haber afirmado en el 2.015 que “una oportunidad como esta solo se presenta una vez en la vida”
Creemos que tiene razón, pero los Bancos Centrales están demostrando que no sólo pueden tomar una medida tan excepcional como es llevar los tipos a terreno negativo, sino que pueden aguantarla más allá de lo que pueda soportar incluso un gran inversor.
Hoy hemos conocido el IPC de la zona euro que se sitúa en el 2,1%, una décima por encima del objetivo que se había propuesto Draghi ¿y cual es la rentabilidad del Bund? El 0,29%. ¿Qué significa esto? Pues que un inversor recupera en 7,2 años lo que pierde con la inflación en 1.
Más sangrante es el caso de Japón, un país que tiene una deuda del 240% del PIB y una deuda per capita de 85.000 euros y cuyo bono a 10 años rinde el 0,09%.
¿Prestaría usted su dinero a alguien a un plazo de 10 años al 0,09% sabiendo además que tiene ya una deuda cercana al 250% de sus ingresos? Nosotros tampoco.
Los Bancos Centrales imprimen el dinero que quieren y compran con él renta fija destrozando la oferta y la demanda real y llevando los precios donde les apetece.
Esto hecho de forma puntual puede ser positivo y efectivo para unas circunstancias determinadas pero mantenido a lo largo de los años termina sencillamente con el sistema financiero.
¿Cómo va acabar este experimento?. Mal. Ya estamos viendo la fragilidad financiera en muchos países donde surgen crisis repentinas de la noche a la mañana con mover un poco una sola pieza. La inestabilidad financiera es muy alta y una crisis global puede desatarse en cualquier momento. Cuando llegue ¿a quién se le pedirán responsabilidades?
El mundo financiero se ha impuesto sobre el real en la última década, pero a la larga quedará claro que el “papel” no se come y la economía real volverá a tomar su lugar, para ello habrá que acabar primero con este sistema financiero que impone reglas de forma unilateral.
Para lo que venga nuestra recomendación son los bienes tangibles, son los únicos que siempre han quedado en pie cuando pasa la tormenta.
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